El trabajo no remunerado, como las labores domésticas, el cuidado de niñas, niños, personas mayores o enfermas, representa una aportación económica clave para México, aunque permanezca fuera de los esquemas formales de salario y seguridad social.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), retomadas en análisis especializados, el valor económico de estas actividades alcanzó en 2024 cerca de 8 billones de pesos, lo que equivale al 23.9% del Producto Interno Bruto (PIB) del país.
En términos prácticos, esto significa que casi una de cada cuatro unidades de riqueza generadas en México proviene de trabajo que no recibe remuneración.
El desglose por género revela una brecha significativa. Las mujeres aportaron el 72.6% del valor económico total, mientras que los hombres contribuyeron con el 27.4% restante.
Esto implica que el trabajo no remunerado realizado por mujeres generó 2.7 veces más valor económico que el realizado por los hombres.
Aunque la participación en este tipo de labores parece cercana en número de personas, 53.9% mujeres y 46.1% hombres, la diferencia se profundiza al analizar el tiempo invertido. Las mujeres concentran casi tres cuartas partes de las horas dedicadas al trabajo no remunerado, lo que impacta directamente en su acceso a empleos formales, ingresos propios y espacios de toma de decisiones.
Especialistas señalan que esta distribución desigual del tiempo y el esfuerzo continúa siendo uno de los principales obstáculos para la igualdad económica y laboral, ya que las actividades de cuidado y mantenimiento del hogar, aunque indispensables para el funcionamiento de la sociedad y la economía, siguen sin reconocimiento pleno en las políticas públicas y en los sistemas de protección social.