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Lenguaje incluyente: El cambio que ya se mueve en Puebla

En 2025, más de 2,400 personas han sido capacitadas en el estado en el uso de un lenguaje incluyente y no sexista; sin embargo, aún existen resistencias culturales y falta de aplicación cotidiana
24 de septiembre de 2025 por
Lenguaje incluyente: El cambio que ya se mueve en Puebla
Redacción

Los Avances en Puebla en la materia, se observan en forma paulatina, considerando que en agosto de 2025, el Gobierno del Estado de Puebla puso en marcha el programa “Palabra por Palabra, Puebla construye igualdad”, dirigido a medios de comunicación en las 24 microrregiones del estado.


La estrategia busca sensibilizar a periodistas y comunicadores en el uso de un lenguaje incluyente y no sexista.


Según cifras oficiales, más de 2,400 personas se han beneficiado con esta capacitación.


La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) también se ha sumado a esta transformación al publicar su Manual de Lenguaje Inclusivo, elaborado por la Facultad de Filosofía y Letras junto con la Dirección Institucional de Igualdad de Género, con el objetivo de orientar a docentes, estudiantes y personal administrativo.


Además, el Instituto para la Discapacidad del Estado de Puebla (INDEP) ha desarrollado cursos especializados que buscan promover un lenguaje incluyente y accesible, combatiendo estereotipos y visibilizando a poblaciones históricamente marginadas.


Lo que aún falta


A pesar de los avances, el uso del lenguaje incluyente no se ha generalizado. Persisten resistencias culturales y desconocimiento en diversos sectores, lo que mantiene al masculino genérico como forma predominante de comunicación.


Expertos señalan que para lograr un cambio real se necesita más que talleres o manuales: es necesario un seguimiento continuo, así como la integración de estas prácticas en documentos oficiales, medios de comunicación, instituciones educativas y laborales.


Una herramienta para la inclusión


El lenguaje incluyente no solo busca transformar la forma de hablar o escribir, sino también reconocer y visibilizar a mujeres y grupos históricamente excluidos. En Puebla, el camino ya está trazado con acciones concretas, pero su verdadero impacto dependerá de que la práctica se convierta en costumbre cotidiana.