Un reciente libro del historiador José Martín Hurtado Galves, Mujeres queretanas en la Independencia (Fondo Editorial de Querétaro, 2024), busca romper con esta invisibilización al documentar por primera vez los nombres y las historias de al menos 24 mujeres que participaron activamente en la Conspiración de Querétaro, el movimiento clandestino que detonó el inicio de la lucha armada en 1810.
Más allá de la Corregidora
Aunque la historia reconoce a Josefa Ortiz como figura clave, ella no estuvo sola. Mujeres como María Justa Aldama y Patiño (hermana de Juan Aldama), Francisca Altamirano, Dolores Morales —integrante del grupo secreto Los Guadalupes—, o las hermanas Manuela y Teresa Osores, fueron parte de esta red femenina que conspiró, organizó reuniones, almacenó armas y alentó a los insurgentes.
Muchas pagaron caro su compromiso: doce fueron denunciadas; seis encarceladas; y de varias más ni siquiera se tiene registro de la sanción que recibieron. Otras fueron condenadas a prisión, fusiladas o ahorcadas simplemente por brindar apoyo a la causa.
Insurgentes silenciadas
El libro también recoge los nombres de más de 140 mujeres de diferentes regiones del país que participaron en la guerra de Independencia. Algunas se disfrazaron de hombres para comandar tropas, elaboraron cartuchos, curaron heridos o persuadieron soldados realistas para unirse al movimiento. Sin embargo, la mayoría nunca fue reconocida.
La violencia de género, además, no estuvo ausente: muchas mujeres —sin importar si apoyaban a realistas o insurgentes— fueron víctimas de violencia sexual por parte de ambos bandos. El propio autor señala que, aunque no se conocen cifras exactas, los documentos de la época evidencian la brutalidad con la que se ejercían estas agresiones y cómo eran normalizadas en su tiempo.
Más allá de las “heroínas de bronce”
El rescate de estas historias es también un llamado a reconocer que la desigualdad y el machismo han sido constantes en la manera en que se ha contado la historia. Reducir la participación femenina a un par de nombres es ignorar la valentía de cientos de mujeres que dieron su vida, su libertad y su seguridad por un México independiente.
Hurtado Galves subraya que urge ampliar los estudios para reconocer a estas insurgentes en toda su dimensión: no solo como acompañantes, esposas o hijas de hombres, sino como protagonistas de un cambio que transformó al país.
Una lección para el presente
La Independencia de México no solo fue obra de caudillos. Fue también fruto del coraje de mujeres que desafiaron las reglas de un mundo machista que las quería en silencio. Recordarlas hoy es un acto de justicia histórica y un recordatorio de que la igualdad y el respeto mutuo siguen siendo luchas vigentes.